JEAN-GUY ALLARD
Todos los expertos del tema lo confirman: el sistema carcelario norteamericano es uno de los más represivos del mundo donde abundan las técnicas y los instrumentos para mantener a los reclusos en un estado permanente de subordinación absoluta.
El lockdown, de uso generalizado en todos los establecimientos de corrección, es uno de los tratos más degradantes a los cuales han sido sometidos los Cinco por el mismo gobierno que enseñó al mundo su concepto de los derechos del preso en Abu Grahib y Guantánamo.
También víctima con sus hijas de lo sufrido por Ramón Labañino, su esposo detenido en la prisión de máxima seguridad de Beaumont, estado de Texas, Elizabeth Palmeiro explica lo que es este castigo aplicado de manera rutinaria en el sistema de penitenciarías en el país que más lecciones pretende dar al mundo en materia de derechos humanos.
"Los llamados lockdown son el castigo masivo más usado por las autoridades carcelarias, al menos en donde está Ramón. Consisten en encierros prolongados de los presos en sus celdas por un tiempo indeterminado en el que no se les permite ninguna de las actividades diarias que normalmente realizan", cuenta.
"De repente, por algún incidente ocurrido en algún lugar de la cárcel, se les quita abruptamente a todos los reos, a veces miles, la casi totalidad de sus actividades diarias".
Explica Elizabeth que "cuando se da un problema de disciplina en la prisión que casi siempre son grandes peleas entre las diferentes bandas o alguna agresión grave a un preso o a un guardia, la medida inmediata es castigar a la totalidad de la población penal, independientemente de que no se esté vinculado al asunto".
Regla absurda de un sistema salvaje donde es común el uso de los "sprays" de pimienta, donde guardias patrullan con fusiles y donde se administran drogas "pacificadoras" a los numerosos reclusos con enfermedades siquiátricas, los guardias del lugar no tienen obligación alguna de informar a los presos, ni los presos tienen el derecho a saber por qué los castigan.
HEMOS ESTADO HASTA cinco SEMANAS SIN SABER DE ÉL
Por pura crueldad de los que Bush encarga del caso de los cubanos, Ramón Labañino, condenado por actos de espionaje que nunca se cometieron, en un juicio trucado realizado en medio de la Miami mafiosa, ha sido enviado sin justificación alguna, como otros de sus compañeros, a un centro de máxima seguridad repleto de reclusos condenados por crímenes de extrema violencia.
"Desde que Ramón llegó a la USP Beaumont, en Texas, se han dado decenas de lockdowns. Esta es una prisión considerada de las más violentas y peligrosas del sistema", precisa Elizabeth.
También víctimas de estas violaciones colectivas de los derechos del preso, Elizabeth y sus hijas Ailí, Laura y Lizbeth viven innumerables días de angustia.
"Durante esos castigos que Ramón ha sufrido sin saber siquiera qué ocurrió ni dónde ocurrió, hemos estado hasta cinco semanas sin saber de él, sin cartas ni llamadas", recuerda, y explica que ha sucedido que al salir de un lockdown de dos semanas, a los 10 días ha vuelto a entrar en otro por dos semanas más, y así sucesivamente.
Desde el mismo día de su detención, el 12 de septiembre de 1998, cuando el agente especial del FBI Héctor Pesquera corrió a informar del arresto de "espías" a los congresistas cubano-americanos Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart, los Cinco han sido sometidos a una infernal serie de maniobras de chantaje que violan todas las normas penitenciarias y los convenios internacionales contra la tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Siguen hoy —casi 10 años después— encarcelados, por pura crueldad, en cinco prisiones distintas del inmenso territorio norteamericano con contactos prohibidos o muy restringidos, según el caso, con sus familiares.
Mientras tanto, Luis Posada Carriles, el terrorista más peligroso del continente, no solo recorre con toda libertad las calles de Miami, sino que participa en una verdadera gira de promoción del terror, una operación piloteada por la CIA.
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