jueves, 27 de marzo de 2008

Un año de Reflexiones

Verdades como puños

Ángel Rodríguez Álvarez

El 28 de marzo del 2007 la prensa cubana publicó la primera Reflexión del Comandante en Jefe Fidel Castro, titulada Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el mundo.

A ella seguiría una segunda con el mismo tema, acerca del cual denunciaba, con argumentos irrebatibles, una de las insensateces más descabelladas a que podía conducir la sociedad de consumo: la utilización de alimentos, en un mundo en que escasean, para satisfacer la demanda creciente de combustible destinado a 800 millones de automóviles.

Desde entonces, el líder de la Revolución cubana toca en casi un centenar de artículos los más importantes y complejos asuntos, unas veces llamando la atención sobre maniobras imperialistas, otras saliendo al paso a campañas mediáticas, o sobre los graves problemas que tiene la humanidad. La repercusión mundial fue tremenda desde el principio.

Fidel ha puesto al servicio de los cubanos, y de los demás pueblos hermanos, su enorme experiencia frente a un enemigo taimado y poderoso, y su conocimiento y cultura política, nacida de su formación humanista.

En esas reflexiones tiene la batalla de ideas asidero firme, un manantial donde fluye la conciencia de la época actual. No por casualidad los voceros, empleados a sueldo y mercenarios del imperio, tratan de subestimarlas, pero ciertamente ninguno las puede desconocer o ignorar.

Su estilo directo y claro, sin adornos superfluos, el mismo que empleó toda su vida para educar a más de una generación de revolucionarios, y su sinceridad y apego a los principios, hacen de él un maestro singular.

Como en una ocasión dijera Raúl Roa, nuestro recordado Canciller de la Dignidad, refiriéndose a su genio político y capacidad para ver y adelantarse a los procesos: "Fidel oye crecer la hierba y sabe lo que está pasando al doblar de la esquina".

Los cubanos, y con ellos los combatientes del mundo, pueden darle las gracias por dotarlos constantemente de nuevas herramientas, para continuar librando la batalla por la verdad.

Fidel lo hace, convencido con José Martí, de que las ideas son el arma más poderosa contra el imperio y que estas se abrirán paso finalmente en la madeja de mentiras tejidas diariamente. Ellas serán las edificadoras del mundo nuevo que estamos obligados a prever y a construir.

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