Servicio Especial de la AIN
Seguramente se le aceleró el tic nervioso en su ojo derecho, dicen que secuela de una licenciosa mocedad, y su pretendida sonrisa fue más mueca que nunca. ¡Bien valdría haberle visto el rostro al Presidente norteamericano al filo del mediodía de este 30 de octubre, cuando la pizarra de votaciones en el plenario de la ONU martilló por décimo sexto año consecutivo la condena universal al bloqueo a Cuba!
Y es que el puntapié global ocurre apenas a unos pocos días de que al aspirante a César terráqueo hablara nuevamente sobre Cuba y advirtiera que él, en calidad de "jefe del mundo", no admitirá la continuidad revolucionaria en la Isla, ni cambio alguno que no signifique la vuelta de la "oveja negra" al redil Made in USA.
Para ello, desde luego, reiteró que no habrá cambio en la política de bloqueo, no importan las privaciones impuestas por casi cinco decenios a un país independiente, ni las pérdidas por 89 mil millones de dólares inflingidas a La Habana, ni el hecho de que el 70 por ciento de los cubanos hayan nacido y vivido bajo las condiciones de virtual genocidio.
Y frente a semejante anuncio de insistencia en la barbarie, 184 naciones del orbe dijeron un NO rotundo al señor Presidente de la Unión, que a duras penas logró acompañarse de tres acólitos en la oposición al texto que reclama el fin de la agresividad contra la mayor de las Antillas.
Desde luego, se sabe que la declaración no es vinculante por cosas de la "democracia global" que emana, precisamente, de los centros imperiales. Pero no obstante tiene un peso moral y ético de elevadas dimensiones, y constituye un mensaje muy claro para los que todavía acarician los planes de enseñorearse en esta Isla.
Para los cubanos es una gran victoria diplomática y política. La señal de que no están solos frente a la ignominia, y que su causa promueve el respeto y la solidaridad de millones de personas. Y es a la vez un acicate para trabajar por un país mejor y más eficiente, que a partir de su cohesión y fortaleza internas se muestre con mayor brillantez como una alternativa permanente para sus hermanos de todas partes.
¿Qué hará W. Bush? ¿Quién sabe? Tal vez refugiarse en una nube etílica. Quizá encerrarse a invocar otro diálogo con ese Dios que dice le visita en la Oficina Oval. O a lo mejor se toma otra de sus prolongadas vacaciones rancheras para cazar especies en peligro de extinción en compañía de sus flamantes perros.
Lo cierto es que, al fin y al cabo, a los que estamos de este lado del mar, ni nos van ni nos vienen sus cuitas y resabios. Este 30 de octubre volvió a dar motivos para saber que los cubanos están en lo cierto y no le fallarán a la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario