martes, 4 de septiembre de 2007

Entrevista con Guistino Di Celmo.


El crimen del Copacabana


Granma reproduce una entrevista a Giustino Di Celmo, padre del joven italiano Fabio Di Celmo, víctima de un acto terrorista en un hotel de la capital cubana. Este trabajo periodístico fue publicado el 4 de septiembre del 2002
Félix López

Giustino Di Celmo ya no tiene más lágrimas para llorar. Dice haberlas perdido después del 4 de septiembre de 1997, cuando la explosión de una bomba en el lobby bar del hotel Copacabana le llevó a su muchacho Fabio —joven italiano de 32 años—, apasionado por Cuba, con el sueño de ver jugar en la Isla a su equipo genovés de fútbol, y obsesionado con la idea de que su padre descansara y ocupar su puesto.


Con todos esos planes andaba Fabio entre las manos, ajeno a odios y peligros, aquella tarde fatal en que el mercenario salvadoreño Ernesto Cruz León sembró el pánico y la muerte, con menos de 30 minutos de intervalo, por los hoteles Tritón, Chateau Miramar y Copacabana. Casi un año después del crimen, en una entrevista publicada por The New York Times, el terrorista Luis Posada Carriles admitió que era él quien había puesto precio a aquellas bombas.


¿Cómo usted le respondería a ese asesino que se atrevió a decir que su hijo estaba en el lugar y en el momento equivocados?
"Esa sola expresión, bárbara y monstruosa —dice Giustino mientras aprieta sus puños—, habla de una maldad que solo puede habitar dentro de un terrorista. Mi hijo, como algunos creen, no era un turista en La Habana. Lo que mataron fue mucho más que eso.
"En mi primer viaje a Cuba, a finales de 1992, me hospedé en el hotel Comodoro. Si me hubiese quedado allí tal vez hoy Fabio estaría entre nosotros. Pero dicen que el destino es inexorable. Al segundo día un amigo me llevó al Copacabana, donde viví por casi cuatro años.
"Al año de estar yo acá, vino Fabio. Y le gustó el Copacabana de una manera inimaginable. Claro, para un muchacho amante del deporte este hotel lo tiene todo: piscina de mar y de agua dulce, canchas de tenis, podía practicar el buceo... Se quedó encantado, y en poco menos de un mes se hizo amigo de todo el personal, desde la mujer que limpiaba los baños hasta el gerente. Eso era propio de su carácter.
"Jamás imaginé que en este lugar, tan familiar y acogedor, mi hijo podía perder la vida. El destino sigue su camino, sin corazón y sin mirar a la cara. A todo el mundo le puede suceder... Lo que no me da paz, después del día de su muerte, es ver cómo un país como Estados Unidos, grande, con una cultura inmensa, y punto de referencia de libertad, justicia y derechos humanos, terminó convertido en guarida de terroristas, como los que habitan en Miami."


¿Por qué eligió dedicar el resto de su vida a combatir el terrorismo...?
"El terrorismo, históricamente, solo florece en medio de la injusticia: ahí está el caso del pequeño Elián, que estuvo en el centro de una intensa lucha, antes de regresar con su legítimo padre a Cuba; me refiero también a los Cinco jóvenes cubanos que están actualmente presos en cárceles de Estados Unidos. Todo el mundo está de acuerdo con que es una injusticia infinita, porque ellos tenían la tarea de avisar a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos sobre todos los movimientos de los terroristas de la Florida. Gracias a las informaciones que pudieron captar se protegió la vida de millones de personas, pero no pudieron salvar a mi hijo Fabio, y a otras 2 400 víctimas del terrorismo en los últimos 40 años en este país."


Y usted, ¿dudó en algún momento sobre la autoría del crimen?
"Siempre supe de dónde vino la mano asesina. Conozco la historia de Cuba desde los orígenes de la conquista española. Sé de todas sus luchas hasta lograr la construcción de esta gran Revolución socialista. Identifiqué en este país una verdad que no se puede ocultar: nada fue mejor antes de 1959, además de los libros, lo dicen los 20 000 muertos que causó la tiranía anterior al triunfo de Fidel.


¿Por qué dijo hace un rato que Fabio era más que un turista?
"Mi hijo y yo vinimos a este país con un objetivo preciso: ayudar con todos los medios y los recursos de que disponíamos. Y él se enamoró enseguida de esa tarea. Lo primero que advirtió fue que para el desarrollo de Cuba había que incrementar el turismo; y me propuso abrir varias agencias de viajes por el mundo. Mas no era un sueño realizable, porque se necesitaba un capital del que no disponíamos.


"Pero él se convirtió en un agente de viaje por su cuenta. Aprovechó la circunstancia de que era muy conocido y querido por los jóvenes de Génova, quienes lo habían aplaudido como capitán de la selección de fútbol, siempre con el número 10 en su camiseta.


"El propio día de su muerte estaba en el lobby del hotel esperando que bajara un matrimonio de amigos que él había embullado para que vinieran a Cuba. Los esperaba para acompañarlos al aeropuerto, y allí lo sorprendió la explosión.


"En 1998 yo le realicé uno de sus más preciados sueños. El equipo de fútbol de Génova vino a jugar dos partidos en La Habana, y me pidieron hospedarse en el Copacabana, porque ellos querían estar donde el amigo había pasado los últimos momentos de su vida. Fueron días muy lindos, porque coincidieron con el estreno mundial del ballet Fabio, de Danza Contemporánea."


Es evidente que la muerte de Fabio no solo cambió su vida, sino la de toda su familia...


"Tengo 50 años de trabajo sobre el lomo, andando por todo el mundo, y mi esposa me veía ya en el último año de esas faenas, porque Fabio había manifestado el deseo de seguir en mi puesto. Pero cada año volvíamos juntos a casa y regresábamos juntos a Cuba...


"Imagina que vuelves un día al hogar sin tu hijo al lado, y encuentras a tu esposa que te mira como si fueras otro hombre, un monstruo, un individuo de otro planeta. Esta mujer veía en mí a un cómplice, a un culpable de la muerte de su hijo.


"Tuve que luchar cuatro años para que ella me volviera a ver como lo hizo en 50 años de matrimonio, y puedo decir que ella se repuso después del mes de abril del 2002, cuando la traje a Cuba y la llevé a visitar los lugares donde Fabio había vivido. Pero el impacto más grande que ella tuvo, fue en el teatro Karl Marx, en la actividad por el aniversario de la UJC.


Allí, el Comandante Fidel Castro la abrazó en el escenario.


Calurosamente, como abrazaría a una mujer cubana. Solo un hombre como él, con su sensibilidad, pudo tener el deseo, el tiempo, el corazón y el amor de abrazar a una pequeña mujer que vino desde tan lejos. Eso se lo voy a agradecer hasta el último día."


Y usted, ¿cuándo se regresa a Italia?
No hombre, yo no me voy. Donde murió Fabio voy a morir yo también.

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