Caracas (PL).- En un intento de descalificar el proceso que encabeza desde 1999 el presidente venezolano, Hugo Chávez, sus opositores a menudo ocurren a una presunta reproducción del modelo cubano. Esas mismas fuerzas obvian un elemento importante para el análisis: la copia por Estados Unidos del modelo aplicado contra Cuba en muchos campos, entre ellos el terreno mediático. Desde el mismo 1959, año de la victoria de la Revolución Cubana, los medios informativos controlados por los mismos intereses que dominan en Washington iniciaron la campaña de desinformación para intentar oscurecer el triunfo de la Sierra Maestra. Los ataques llevaron a la dirección cubana a planificar un contra-ataque que recibió el nombre de Operación Verdad y consistió en la convocatoria a visitar al país a más de un centenar de periodistas de América Latina. El propósito era facilitar a los periodistas el acercamiento directo con la realidad cubana, con sus dirigentes, con la población, con los torturados por el derrocado régimen de Fulgencio batista y con los recuerdos de los familiares de los asesinados. Hoy Venezuela enfrenta una ofensiva similar con repeticiones de esquemas como los utilizados contra Cuba, sin tener en cuenta el fracaso de la proyección ni la existencia de condiciones diferentes. Como norma, algunos periodistas venezolanos, que funcionan como voceros de la oposición, asumen posiciones que resultarían risibles en otro contexto, como es norma en el caso del maletín con dinero ocupado a un empresario venezolano en Argentina. Se ha hecho frecuente en la cobertura de este caso el contacto telefónico con periodistas argentinos a quienes frecuentemente el informador venezolano pide un reporte desde Argentina "donde pueden hablar con libertad del caso". Lo curioso es que la acusación de falta de libertad de expresión -también utilizada contra Cuba- es una de las más repetidas por medios de prensa venezolanos. Otras matrices de opinión intentan descalificar a la Asamblea Nacional por ser "oficialista", cuando la propia oposición, con un llamado a la abstención, se bloqueó su acceso al órgano legislativo. En Cuba la descalificación parte del hecho que en la Asamblea Nacional no están representados partidos, pues las candidaturas a ese órgano no la promueven organizaciones políticas, sino los vecinos en sus zonas de residencia. En Venezuela se repiten otras matrices utilizadas ya como la eliminación de la propiedad privada (sólo el cepillo de dientes sería propiedad personal) o el envío de niños a Rusia para su adoctrinamiento, con la variante que ahora se les trasladaría a Cuba. La idea que se pretende imponer es la de un país dictatorial a partir de las elecciones ganadas desde 1999 por Hugo Chávez y sus seguidores, que le han garantizado el control de los poderes electivos desde la Presidencia de la República al municipio. Si en Cuba se descalifica el proceso electoral porque no participan partidos, en Venezuela la elección se presenta como antidemocrática porque los partidos "chavistas" ganan todas las convocatorias. En este contexto la no renovación de una concesión para el uso del especto radioeléctrico a una televisora privada -lo cual ocurre casi cada día en el mundo- es presentada como un ataque a la libertad de expresión. La concentración de poder resultado de las votaciones sucesivas y abrumadoramente favorables a Chávez se presenta como una violación del principio de alternancia, más allá que expresión de la voluntad popular expresada en las urnas. Tal como en el caso cubano, la utilización del territorio nacional como puente para el traslado de drogas a Estados Unidos y Europa no se muestra como un fenómeno del cual Venezuela es víctima, sino como ejemplo de estado que no coopera contra el narcotráfico. Otro paralelismo entre la ofensiva mediática contra Cuba y Venezuela es la utilización de fondos públicos estadounidenses. Si contra la isla se crearon Radio y TV-Martí, el Congreso de Estados Unidos aprobó fondos por 10 millones de dólares para reforzar su estación radial de propaganda, La Voz de América, en colaboración con medios y periodistas del país suramericano. La Agencia del Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) financia más de 300 programas y grupos en Venezuela para "promover la democracia", según denunció la abogada norteamericana Eva Golinger. Los enfoques de la prensa estadounidense y de derecha en otros países dejan claro un interés marcado por exponer acusaciones de narcotráfico, terrorismo, autocracia, armamentismo e intentos de expandir la Revolución Bolivariana con petro-dólares. Excepto los petro-dólares, todos los demás elementos han sido aplicados en campañas sistemáticas contra Cuba desde 1959, pese a claras diferencias entre ambos procesos, incluyendo la existencia de un solo partido en la isla y el multipartidimo en Venezuela. Las coincidencias, más que la repetición de un patrón de medio siglo, manifiestan una predisposición política del gobierno estadounidense hacia cualquier nación que intenta apartarse de su esfera de influencia. *El autor es Corresponsal Jefe de Prensa Latina en Venezuerla. |
sábado, 1 de septiembre de 2007
Venezuela- Agresión mediática, modelo anti-cubano
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